La medición y análisis de las zonas de frecuencia cardíaca es una herramienta fundamental para quienes buscan optimizar su entrenamiento y mejorar su salud cardiovascular. Hoy en día, el uso de pulsómetros, wearables y otros dispositivos electrónicos capaces de medir la frecuencia cardíaca es más sencillo monitorizar las pulsaciones durante el ejercicio físico y personalizar el entrenamiento en base a ello.
Es bien conocido que la intensidad del ejercicio influye decisivamente en la respuesta metabólica. Las zonas de frecuencia cardíaca permiten personalizar el entrenamiento de acuerdo con las necesidades fisiológicas individuales, lo que contribuye a evitar el sobreentrenamiento y a maximizar la eficiencia de cada sesión.
En este artículo abordaremos en profundidad el concepto de zonas de entrenamiento, explorando cómo calcularlas y emplearlas eficazmente en la planificación de sesiones. Además, analizaremos los riesgos de no considerarlas—como entrenar por encima de las capacidades físicas—y examinaremos su vinculación con el VO2máx, la salud integral y el rendimiento deportivo.
Tabla de contenidos
Zonas de frecuencia cardíaca
Las zonas de frecuencia cardíaca (FC) son rangos de pulsaciones por minuto (ppm) que permiten identificar diferentes intensidades de esfuerzo durante el ejercicio físico. Cada zona se asocia a distintos efectos fisiológicos y adaptaciones en el organismo. Comprender estas zonas es esencial para estructurar entrenamientos que se alineen con objetivos específicos, ya sean la mejora de la resistencia, el desarrollo de la capacidad aeróbica o el incremento de la potencia cardiovascular.
Tener en cuenta las zonas de frecuencia cardíaca en tus sesiones de entrenamiento es una herramienta muy poderosa para mejorar tu forma física y optimizar tu tiempo de entrenamiento
Las 5 zonas de frecuencia cardíaca
Los rangos de frecuencia cardíaca se determinan generalmente como un porcentaje de la frecuencia cardíaca máxima (FCmáx), la cual puede estimarse mediante diversas fórmulas o determinarse con pruebas de laboratorio. Al igual que la frecuencia cardíaca en reposo y la FCmáx, los límites de tus zonas son muy personales, por lo que se definen en función de este valor máximo.
Estas zonas representan rangos específicos de pulsaciones por minuto (ppm) que se utilizan para medir la intensidad del ejercicio físico. A continuación, se describen las cinco zonas de frecuencia cardíaca más comúnmente aceptadas:
Zona 1
Zona de recuperación (50-60% de FCmáx): Se usa para la recuperación activa y entrenamientos suaves.
- Objetivo: Favorecer la recuperación activa y estimular la circulación sin exigir un esfuerzo excesivo.
- Método de entrenamiento: Actividades de muy baja intensidad, como caminatas suaves, trotes muy livianos o sesiones de recuperación activa tras entrenamientos intensos.
- Beneficios: Facilita la eliminación de metabolitos, reduce la fatiga acumulada y mejora la circulación sanguínea, promoviendo una recuperación óptima.
- Impacto fisiológico: Estimula el metabolismo de las grasas de forma suave y mejora la eficiencia del sistema cardiovascular sin generar un estrés significativo en el organismo.
- Sensaciones: Esfuerzo muy leve, con una sensación de confort; se puede mantener una conversación sin dificultad.
Zona 2
Zona aeróbica (60-70% de FCmáx): Ideal para mejorar la capacidad aeróbica y promover la quema de grasas.
- Objetivo: Mejorar la capacidad aeróbica y optimizar la “quema” de grasas.
- Método de entrenamiento: Ejercicios continuos a ritmo moderado, como correr a un paso constante, nadar o andar en bicicleta.
- Beneficios: Incrementa la resistencia, mejora la eficiencia del metabolismo de las grasas y sienta las bases para esfuerzos mayores.
- Impacto fisiológico: Aumenta el volumen sistólico y la capacidad de transporte de oxígeno, permitiendo una mayor eficiencia sin generar un exceso de lactato en sangre.
- Sensaciones: Esfuerzo moderado y sostenido, respiración controlada, lo que permite mantener una conversación de forma cómoda.
Zona 3
Zona de desarrollo aeróbico (70-80% de FCmáx): Se utiliza para mejorar la resistencia y aumentar el rendimiento cardiovascular.
- Objetivo: Desarrollar la resistencia y la capacidad de trabajo aeróbico a ritmos más exigentes.
- Método de entrenamiento: Entrenamientos de ritmo sostenido, sesiones de tempo y algunos intervalos largos.
- Beneficios: Mejora la eficiencia cardiovascular, aumenta la capacidad pulmonar y optimiza el intercambio de oxígeno, permitiendo un rendimiento prolongado.
- Impacto fisiológico: Se incrementa la capacidad del sistema cardiovascular y se mejora la adaptación muscular al trabajo aeróbico, elevando la resistencia general.
- Sensaciones: Mayor esfuerzo en comparación con las zonas 1 y 2, con respiración más profunda y un ritmo que, aunque constante, requiere mayor concentración.
Zona 4
Zona anaeróbica (80-90% de FCmáx): Entrenamientos intensos que ayudan a mejorar la tolerancia al lactato al pasar del umbral anaeróbico.
- Objetivo: Incrementar la capacidad de trabajar a intensidades cercanas al umbral anaeróbico, mejorando la tolerancia al lactato.
- Método de entrenamiento: Series de intervalos intensos y cortos, entrenamientos de ritmo variable y sesiones específicas de umbral.
- Beneficios: Aumenta la capacidad de tolerancia al lactato, mejora la velocidad y la potencia, y prepara el cuerpo para esfuerzos de alta intensidad.
- Impacto fisiológico: Se intensifica la producción de lactato y se mejora su manejo, lo que optimiza el rendimiento en actividades intensas y la eficiencia en el uso de la energía anaeróbica.
- Sensaciones: Esfuerzo considerable, respiración agitada y sensación de “falta de aliento”, dificultad para mantener una conversación, sensación de acumulación de fatiga y esfuerzo intenso durante los picos de actividad.
Zona 5
Zona de máximo esfuerzo (90-100% de FCmáx): Utilizada en picos de esfuerzo muy intenso y competiciones.
- Objetivo: Desarrollar la capacidad máxima de rendimiento y la potencia explosiva.
- Método de entrenamiento: Sprints, series de alta intensidad y esfuerzos máximos de corta duración.
- Beneficios: Maximiza la activación de las fibras musculares de contracción rápida, mejora la potencia y la capacidad de generar esfuerzos explosivos.
- Impacto fisiológico: Se activa predominantemente el sistema anaeróbico, elevando la producción de energía y la respuesta del sistema cardiovascular de manera extrema, lo que incrementa significativamente el consumo de oxígeno durante el esfuerzo.
- Sensaciones: Esfuerzo extremo, sensación de “quemazón” en los músculos, dificultad para hablar y una necesidad de recuperación prolongada tras el ejercicio.

Cada una de estas zonas permite estructurar el entrenamiento de manera personalizada y adaptada a las necesidades individuales, garantizando que el esfuerzo se mantenga dentro de rangos seguros y efectivos. Conocer y aplicar correctamente estos rangos es esencial en el diseño de programas de entrenamiento para optimizar tanto el rendimiento deportivo como la salud cardiovascular.

Cómo calcular las zonas de frecuencia cardíaca
El cálculo de las zonas de frecuencia cardíaca puede abordarse de dos formas: por estimaciones mediante ecuaciones o a través de pruebas de esfuerzo en laboratorio. Ambas metodologías tienen ventajas y limitaciones que se deben considerar al planificar un programa de entrenamiento.
Estimaciones mediante ecuación
Estimar la FC máxima
Las zonas de frecuencia cardíaca están calculadas como porcentajes de nuestra frecuencia cardíaca máxima, entonces, ¿cómo saber cuál es nuestro máximo sobre el que estimar las zonas de FC?
No todo el mundo tiene el acceso a pruebas de esfuerzo en laboratorio, y esto que las ecuaciones empíricas se conviertan en la alternativa más práctica para estimar la FCmáx y calcular las zonas de frecuencia cardíaca. La fórmula más comúnmente utilizada es la de Karvonen:
FCmáx = 220 – edad
Sin embargo, esta fórmula tiene sus limitaciones y puede no ser precisa para todos los individuos. Existen fórmulas más refinadas y apropiadas para deportistas, como la de Tanaka:
FCmáx = 208 – (0.7 × edad)
Estimar las zonas de frecuencia cardíaca
Una vez sabemos nuestra FCmáx, podemos calcular las zonas de frecuencia cardíaca utilizando porcentajes. Para una aplicación rápida y general, utilizar porcentajes directos sobre la FCmáx es adecuado y ampliamente aceptado.
Ejemplo práctico: Persona de 40 años
FCmáx: 180 ppm
Zonas de FC utilizando porcentajes
Zona 1: 90-108 ppm (50-60% FCmáx)
Zona 2: 108-126 ppm (60-70% FCmáx)
Zona 3: 126-144 ppm (70-80% FCmáx)
Zona 4: 144-162 ppm (80-90% FCmáx)
Zona 5: 162-180 ppm (90-100% FCmáx)
Para un un cálculo más personalizado, se puede aplicar la fórmula de Karvonen que introduce el parámetro de “Reserva de FC” (RFC). Nos permite establecer la FC Objetivo y ajustar cada rango reflejando mejor la “reserva” de frecuencia cardíaca. Es una estimación más útil en contextos de salud o alto rendimiento al tener una evaluación más precisa de la intensidad relativa y ser más representativa del esfuerzo individual.
Para calcular la RFC es necesario estimar la FC en reposo (FCR) y restarlo a la FCmáxima. Para estimar la FCR es recomendable hacerlo al despertar, antes de levantarse de la cama, cuando el cuerpo está en reposo absoluto. Esto reduce la influencia de factores externos y del estrés del día. Además, calcular un promedio durante varios días consecutivos (por ejemplo, durante una semana) puede ayudar a compensar cualquier variabilidad diaria y proporcionar un valor más representativo.
RFC = FCmáx – FCR
FC objetivo = (RFC × % de intensidad) + FCR
Ejemplo práctico: Persona de 40 años
FCmáx: 180 ppm
FCR: 60 ppm
RFC: 180 – 60 = 120 ppm
Zonas de FC aplicando RFC
Zona 1: 120-132 ppm (50-60% FCmáx)
Zona 2: 132-144 ppm (60-70% FCmáx)
Zona 3: 144-156 ppm (70-80% FCmáx)
Zona 4: 156-168 ppm (80-90% FCmáx)
Zona 5: 168-180 ppm (90-100% FCmáx)
Aunque ambos métodos tienen su utilidad dependiendo del contexto, estas estimaciones tienen limitaciones ya que factores como el nivel de entrenamiento, la genética o las condiciones de salud pueden influir en la FCmáx “real” lo que genera cierta inexactitud en las estimaciones de las zonas. Además, en jóvenes y personas mayores, estas ecuaciones pueden subestimar o sobreestimar la FCmáx. Aun así, para muchos deportistas y aficionados, estas fórmulas ofrecen una guía suficientemente precisa para la planificación del entrenamiento y la monitorización de la intensidad. La aplicación correcta de estas estimaciones, combinada con la experiencia personal y el monitoreo continuo, puede proporcionar una base sólida para estructurar entrenamientos seguros y efectivos
Prueba de esfuerzo en laboratorio

Una prueba de esfuerzo en un laboratorio es la forma más fiable y precisa para determinar la FCmáx y conocer las zonas de FC. Durante la prueba se analizan los gases respiratorios (ergoespirometría) a diferentes intensidades. En una cinta o bicicleta estática se va aumentando la velocidad al tiempo que se mide el oxígeno consumido, hasta que se alcanza el máximo (VO2 Max). Se monitoriza la respuesta cardiovascular del atleta en condiciones supervisadas. Entre sus ventajas se puede destacar:
- Precisión: Permiten una medición exacta de la frecuencia cardíaca máxima y otros parámetros, como el consumo de oxígeno (VO2máx) y el umbral anaeróbico.
- Personalización: Proporcionan datos específicos para cada individuo, lo que facilita el diseño de un plan de entrenamiento altamente personalizado.
- Seguridad: Al realizarse en un entorno controlado, se pueden detectar posibles riesgos cardiovasculares y adaptar la intensidad del ejercicio de forma segura.
Además, existen sistemas portátiles de intercambio de gases que permiten realizar estas mediciones en entornos más flexibles. Puede ser especialmente útil para deportistas que no pueden desplazarse a un laboratorio o que requieren una evaluación en condiciones más cercanas a su entorno habitual de entrenamiento. Estos dispositivos, aunque pueden tener una ligera variabilidad en comparación con las pruebas de laboratorio tradicionales, ofrecen una alternativa válida para obtener datos relevantes y seguir ajustando el plan de entrenamiento de forma individualizada.
Cómo usar las zonas para mi entrenamiento
Una vez definidas las zonas de frecuencia cardíaca, es fundamental saber cómo aplicar estos rangos en el entrenamiento diario. Nos va a servir para optimizar el entrenamiento en objetivos y en tiempo, es decir, sin dedicarle más tiempo del estrictamente necesario y evitando así comprometer nuestra salud.
Frecuencia cardíaca objetivo
La frecuencia cardíaca objetivo es el rango de pulsaciones que se debe mantener durante el ejercicio para alcanzar determinados objetivos fisiológicos. Este rango se selecciona en función de las zonas de entrenamiento, de modo que se maximicen los beneficios del ejercicio sin sobrecargar el sistema cardiovascular. Ya hemos visto cómo se determina, ahora vamos a ver cómo podemos aplicarla en función de diferentes objetivos.
“Entrenar dentro de la zona de frecuencia cardíaca objetivo es importante, ya que puede ofrecerte los feedbacks que necesitas para saber si estás esforzándote demasiado, no lo suficiente o si estás en el punto metabólico óptimo que optimiza el entrenamiento en función del objetivo de la sesión”
- Para mejorar la capacidad aeróbica y nuestra resistencia: Se recomienda trabajar en zonas bajas a moderadas, es decir, zonas 2 y 3 (por ejemplo, 60–80% de FCmáx o de la “reserva” utilizando Karvonen) para desarrollar la capacidad del sistema cardiovascular y la eficiencia en la oxidación de grasas.
- Para entrenar la potencia aeróbica y el rendimiento: Podemos entrenar en zonas 4 y 5 (al 80–90% o más de la FCmáx), lo que mejora la tolerancia al lactato y la capacidad de esfuerzo máximo.
- Para una recuperación activa: Utilizar zonas muy bajas (50–60% de FCmáx) facilita la regeneración sin generar estrés excesivo.

FC objetivo para optimizar la quema de grasas
Muchas personas, que comparten el objetivo de perder grasa y bajar peso, se preguntarán: “¿cual es la zona de FC que hace “quemar” más grasa?
La oxidación de grasas durante el ejercicio no se comporta de manera lineal, sino que sigue una curva característica. A medida que se incrementa la intensidad del ejercicio desde niveles bajos hasta moderados, la tasa de oxidación de grasas aumenta progresivamente, alcanzando su punto máximo en torno al 65% del VO₂máx en la mayoría de las personas. Más allá de este punto, a medida que se intensifica el ejercicio, el cuerpo recurre en mayor medida a los carbohidratos como fuente rápida de energía, lo que provoca una disminución en la proporción de grasas utilizadas.
Por ello, los expertos en fisiología del ejercicio recomiendan trabajar en un rango que oscile entre el 65% y el 80% de la frecuencia cardíaca máxima (FCmáx) para favorecer la oxidación de grasas. Este rango, generalmente correspondiente a las zonas 2 y 3 del entrenamiento, se considera óptimo para estimular el metabolismo lipídico y, en consecuencia, contribuir a la mejora de la composición corporal, siempre que se mantenga un déficit calórico.
Un factor clave para maximizar la oxidación de grasas es la flexibilidad metabólica, que es la capacidad del organismo para adaptar su uso de sustratos energéticos según la demanda. Esta habilidad no solo implica “quemar grasa” o “usar carbohidratos”, sino utilizar cada uno de forma eficiente en función de la intensidad del ejercicio. Un metabolismo flexible permite oxidar grasas tanto en reposo como durante el ejercicio de baja y moderada intensidad, lo cual resulta fundamental para mantener la homeostasis energética.
Realizar ejercicio con reservas bajas de glucógeno condiciona al organismo a utilizar lípidos como fuente principal de energía. Además, los genes, el nivel de forma física y determinadas estrategias nutricionales (por ejemplo, dietas cetogénicas o ayuno intermitente) son determinantes a la hora utilizar las grasas como sustrato energético.
Es importante recalcar que, aunque entrenar en el rango del 65-80% de FCmáx favorece la oxidación de grasas, la pérdida de peso y la mejora en la composición corporal dependen primordialmente de mantener un déficit calórico.
Si deseas ampliar esta información sobre la flexibilidad metabólica y cómo el cuerpo utiliza las grasas, te invito a leer los siguientes artículos:
- Flexiblidad metabólica y sistemas energéticosFlexiblidad metabólica y sistemas energéticos
- Fisiología de la quema de grasas: Cómo el cuerpo utiliza las grasas como energíaFisiología de la quema de grasas: Cómo el cuerpo utiliza las grasas como energía
Utilizar un pulsómetro u otro dispositivo con medición de FC
El avance tecnológico ha permitido el desarrollo de dispositivos electrónicos (pulsómetros, relojes deportivos, bandas y otros wearables) que facilitan la monitorización en tiempo real de la frecuencia cardíaca. Estos dispositivos, que pueden medir la FC en la muñeca o a través de una banda que se sujeta al pecho, ofrecen múltiples ventajas:
- Monitorización en Tiempo Real: Permiten ajustar la intensidad del entrenamiento sobre la marcha.
- Registro de Datos: La mayoría ofrecen almacenamiento de datos para analizar el rendimiento a lo largo del tiempo.
- Alarmas de intensidad: Muchos permiten configurar alarmas o notificaciones que se activan si la frecuencia cardíaca se sitúa por debajo o por encima del rango objetivo, lo que ayuda a mantener la intensidad deseada durante la sesión sin depender del control visual.
Integración con otras tecnologías y aplicaciones
Muchos dispositivos se sincronizan con aplicaciones móviles y plataformas online, facilitando el seguimiento y la planificación del entrenamiento. Plataformas como Garmin Connect, Strava, TrainingPeaks o MyFitnessPal permiten sincronizar datos del dispositivo y analizar el rendimiento a lo largo del tiempo. Estas integraciones ofrecen gráficos, análisis y recomendaciones basadas en los datos recolectados, facilitando la adaptación del entrenamiento según los objetivos personales.
Además, la integración dentro de un sistema de salud con otros parámetros como la calidad del sueño o la variabilidad de la frecuencia cardíaca ofrece un enfoque holístico en el control de la salud y la planificación deportiva.
Ejemplos prácticos de aplicación
Voy a proponer en este apartado dos casos diferentes de personas para entender mejor la aplicación de las zonas de entrenamiento.
CASO 1: Mujer de 40 años con sobrepeso
Contexto: Esta mujer trabaja 8 horas diarias de lunes a viernes en una oficina, entrena fuerza 2 días a la semana en el gimnasio y quiere complementar con 2 días de cardio.
Objetivo: Complementar el entrenamiento de fuerza con dos días de cardio para favorecer la quema de grasas, generar déficit calórico y contribuir a la pérdida de peso.
¿Cuál debería ser la zona de FC en la que hace el cardio? ¿A qué rango de pulsaciones?
FC reposo: 65 ppm
FCmáx = 220 – edad = 220 – 40 = 180 ppm
RFC = FCmáx – FCR = 180 – 65 = 115 ppm
Recomendaciones:
- Hacer cardio en zona 2
- Cálculo del límite inferior (60% de intensidad):
FC Objetivo 1: ((115 × 0.60) + 65) = (69 + 65) = 134 ppm - Cálculo del límite superior (70% de intensidad):
FC Objetivo 2: ((115 × 0.70) + 65) = (80.5 + 65) ≈ 146 ppm - Trabajar entre 134 y 146 ppm durante las sesiones de cardio continuado
CASO 2: Deportista de 25 años de alto rendimiento
Contexto: Deportista de 25 años que compite en atletismo en carreras de media distancia
Objetivo: Mejorar el rendimiento en carreras de media distancia a través de entrenamientos intensos que incluyan series e intervalos para optimizar la velocidad y la tolerancia al lactato.
¿Cuál debería ser la zona de FC en la que debe entrenar? ¿A qué rango de pulsaciones?
FC reposo: 45 ppm
FCmáx = 208 – (0.7 × 25) = 208 – 17.5 ≈ 190 ppm
RFC = FCmáx – FCR = 190 – 45 = 145 ppm
Recomendaciones:
- Hacer cardio en zona 4
- Cálculo del límite inferior (80% de intensidad):
FC Objetivo 1: ((145 × 0.80) + 45) = (116 + 45) = 161 ppm - Cálculo del límite superior (90% de intensidad):
FC Objetivo 2: ((145 × 0.90) + 45) = (130.5 + 45) ≈ 176 ppm - Trabajar a intervalos de alta intensidad en la zona que va de 161 a 176 ppm con esfuerzos cercanos al umbral anaeróbico, favoreciendo la mejora de la tolerancia al lactato y potenciando el rendimiento en carreras de media distancia.
Factores de influencia en la FC y la carga de trabajo
Al utilizar las zonas de entrenamiento y la monitorización de la frecuencia cardíaca, es importante tener en cuenta que existen varios factores que pueden influir en la relación entre la FC y la carga de trabajo como:
Factores ambientales: La temperatura, la altitud y la humedad pueden afectar la respuesta cardiovascular. En ambientes calurosos o a gran altitud, la FC puede apreciarse más elevada a intensidades más bajas.
Nivel de hidratación: La deshidratación puede provocar un aumento en la frecuencia cardíaca, por lo que es crucial mantener una adecuada ingesta de líquidos antes, durante y después del ejercicio.
Medicamentos: Múltiples fármacos en el tratamiento de enfermedades y patologías pueden modificar la respuesta cardíaca, alterando la relación entre la FC y la intensidad real del ejercicio.
Estrés y fatiga: El estrés emocional, la falta de sueño o la fatiga acumulada pueden afectar la FC en reposo y durante el ejercicio, lo que puede llevar a interpretaciones erróneas de la intensidad real del esfuerzo.
- Duración de la actividad: La duración del ejercicio por sí misma afecta mucho a la FC ya que a medida que pasan los minutos ésta es cada vez más alta para una carga estable, a esto se le conoce como “deriva cardiaca” o “drift cardiovascular”.
Es fundamental considerar estos factores al interpretar los datos de la frecuencia cardíaca y ajustar el entrenamiento de forma individualizada. Además, se recomienda complementar la monitorización con evaluaciones periódicas y, en lo posible, contar con el asesoramiento de profesionales de la salud y el entrenamiento.

El riesgo de entrenar por encima de las capacidades
Hoy en día, muchas personas entrenan en clases grupales o programas de alta intensidad sin evaluar si su condición física y su capacidad de recuperación son adecuadas para la exigencia del entrenamiento. Si bien el trabajo en rangos elevados de frecuencia cardíaca tiene beneficios en términos de capacidad cardiovascular y consumo de oxígeno, entrenar constantemente en intensidades extremas sin una base adecuada puede ser contraproducente y derivar en fatiga crónica, sobreentrenamiento y potenciar el riesgo de lesiones.
Uno de los errores más comunes en estos entornos es la falta de adaptación progresiva. Muchas personas, motivadas por el ritmo del grupo, entrenan en intensidades elevadas sin haber desarrollado previamente una capacidad aeróbica suficiente. Algunos estudios han demostrado que individuos con menor capacidad aeróbica tienden a trabajar a intensidades más altas en sesiones de circuito, sin una base suficiente para sostenerlo a largo plazo (Moreno et al., 2020). Además, la mala reposición de glucógeno y proteínas, junto con la falta de sueño y descanso adecuado, agravan el problema, afectando la recuperación y la regulación hormonal. Este esfuerzo desproporcionado no solo compromete la eficiencia del entrenamiento, sino que también puede aumentar el riesgo de sobreentrenamiento y lesiones.
Otro factor clave que suele pasarse por alto es la respiración. Un patrón respiratorio disfuncional, habitual en nuestra sociedad, afecta la oxigenación muscular y la respuesta del sistema nervioso autónomo, aumentando innecesariamente la frecuencia cardíaca y el estrés fisiológico. Esto puede provocar que una persona perciba el esfuerzo como mucho más alto de lo que realmente es, lo que la lleva a fatigar antes y comprometer su rendimiento. Si quieres profundizar en la respiración, te dejo dos artículos a continuación que pueden ser de gran interés.
- La respiración y la biomecánica respiratoriaLa respiración y la biomecánica respiratoria
- La respiración diafragmática y sus beneficiosLa respiración diafragmática y sus beneficios
Para minimizar estos riesgos, es fundamental respetar la progresión individual, mejorar la flexibilidad metabólica mediante entrenamientos aeróbicos adecuados (zonas 2 y 3) y optimizar la respiración para mejorar la eficiencia cardiovascular. Antes de sumarse a entrenamientos de alta intensidad, se debe garantizar que el cuerpo esté preparado para tolerar la carga sin comprometer su recuperación y adaptación.
Conclusiones
- Hay 5 zonas de frecuencia cardíaca que representan rangos específicos de pulsaciones por minuto y que se utilizan para medir la intensidad del ejercicio
- El uso adecuado de las zonas de frecuencia cardíaca es una herramienta fundamental tanto para deportistas como para personas que buscan mejorar su salud y rendimiento físico. Comprender en qué rango de esfuerzo trabaja el cuerpo permite optimizar los entrenamientos, mejorar la eficiencia energética y minimizar los riesgos asociados a un entrenamiento descontrolado o mal estructurado.
- Podemos calcular las zonas de frecuencia cardíaca mediante ecuaciones o también en pruebas de esfuerzo en laboratorio, con el fin de establecer planes de entrenamiento más efectivos y personalizados.
- La integración de herramientas de monitorización como pulsómetros y dispositivos wearables facilita una evaluación más precisa de la respuesta fisiológica al ejercicio.
- La correcta aplicación de las zonas de frecuencia cardíaca debe ir acompañada de una visión holística del entrenamiento, donde la recuperación, la nutrición y la flexibilidad metabólica juegan un papel clave. Mantener un equilibrio entre la carga de trabajo y la capacidad de recuperación del cuerpo es crucial para evitar el sobreentrenamiento, optimizar la oxidación de grasas y mejorar la economía del esfuerzo.
Referencias
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Educador Físico Deportivo. Graduado en Ciencias de la Actividad Física y del Deporte. Colegiado nº 64.218. Máster en Prevención y Readaptación de Lesiones Deportivas en el Fútbol por la UCLM y la RFEF. Máster en Cineantropomería y Nutrición Deportiva por la UV. Técnico Superior en Dietética y Técnico Superior de Fútbol (UEFA Pro). Apasionado del fitness y como deporte futbolero. Tengo la suerte de ayudar a personas a mejorar su salud a través del ejercicio.