Siempre me ha fascinado entender cómo funcionan las cosas, en particular el cuerpo humano. Si en las entradas anteriores trate de explicar de manera muy simplificada la importancia del sistema neuromuscular, en esta ocasión quiero hablar de cómo hormonas y sistema endocrino interaccionan con el sistema nervioso.
El cuerpo te avisa de que tienes hambre o sed. Cada vez que ingieres alimentos se desatan diversas reacciones bioquímicas. Cuando estás sometido a un estrés muy alto, tu cuerpo produce hormonas de alerta. Cuando realizas ejercicio físico, se secretan una gran diversidad de hormonas que afectan a todo tu cuerpo. Por la noche, te asisten al sueño y te ayudan a recuperarte. Continuamente estamos desatando reacciones a través de las hormonas.
Entendiendo las hormonas, comprenderás muchas cosas, por eso voy a empezar esta entrada por la fisiología básica del sistema endocrino, pero entiendo que puede resultar un poco denso, especialmente si no has leído nunca nada sobre esta materia. En ese caso puedes ir directamente al último punto donde comentaré algunas de las hormonas más interesantes de nuestro organismo y posteriormente a la siguiente entrada donde hablaré del (des)equilibrio hormonal y de cómo podemos influir en las hormonas a través de la alimentación, el entrenamiento y la conducta. A continuación te dejo un enlace que amplia el contenido de este artículo
- Entendiendo las hormonas y su relación con la saludNuevoEntendiendo las hormonas y su relación con la salud
Tabla de contenidos
Fisiología básica de las hormonas y el sistema endocrino
¿Quién estudia las hormonas?
Hace más de cien años, en junio de 1905, Ernest H. Starling tuvo el gran honor de exponer ante la Royal Society of Physicians las Conferencias Croone con el título “La Correlación Química de las Funciones del Cuerpo”, en las que se demostraba cómo las células de un organismo se comunicaban por medio de mensajeros químicos que utilizaban a la circulación para efectuar su acción biológica específica a distancia. Starling bautizó a estos mensajeros con el insólito nombre de hormonas, del griego hormao (opµαω) que significa “excitar”, “provocar”, “incitar” (Zárate et al, 2005).
La endocrinología es la rama de la medicina que estudia las hormonas, y también las glándulas y tejidos que las producen. Se ocupa, por tanto, de toda la comunicación química que se da entre células y abarca todas las enfermedades relacionadas con las hormonas.

Estos mensajeros químicos tienen la capacidad de llevar información y generar cambios en funciones biológicas de nuestro cuerpo. El conjunto de tejidos, también denominados glándulas, que las producen conforman el sistema endocrino, que al igual que el sistema nervioso y el sistema inmunitario, tiene la capacidad de coordinar y regular las funciones de los diversos órganos del cuerpo gracias a estos mensajeros.
¿Qué son y qué hacen las hormonas y el sistema endocrino?
Las hormonas se han definido clásicamente como compuestos químicos producidos por determinadas células específicas (glándulas endocrinas), que son transportados por el sistema circulatorio (la sangre) a otras células lejanas sobre las que actúan (células diana) (Gil, 2010). Por nuestro organismo circulan más de 50 hormonas diferentes. Algunas pueden existir en cantidades diminutas y sin embargo, tener un impacto significativo en la fisiología del organismo.
Las hormonas ejercen su acción biológica en las células diana al combinarse con moléculas receptoras, por tanto, sólo pueden afectar a determinadas células que pueden reconocer sus señales. Es, uno de los principios básicos de la endocrinología, que toda hormona interactúa con un receptor específico (William, et al., 2017).
Todas las células, desde las fibras musculares hasta las células inmunitarias y las neuronas, cuentan con receptores que median en los mensajes o señales de las hormonas. Una sola hormona puede actuar sobre varios tipos de células diana y provocar varias respuestas metabólicas o fisiológicas (Gil, 2010), así por ejemplo, la testosterona o uno de sus derivados interactúan con casi todos los tejidos del cuerpo (William et al., 2017).
Las hormonas son excretadas a la sangre y a través de este medio alcanzan sus dianas celulares regulando con sus acciones procesos fisiológicos básicos (Campbell M., Jialal I., 2021; Welsch, 2006):
- La homeostasis, que incluye el equilibrio del agua y los electrolitos
- El metabolismo
- La maduración, el crecimiento y la reproducción
Además, afectan al estado de ánimo y al apetito sexual.
El sistema nervioso comanda en las hormonas
Existe una estrecha relación entre el sistema hormonal y el sistema nervioso. Las acciones e interacciones de los sistemas endocrino y nervioso, por las cuales el sistema nervioso regula el sistema endocrino, y la actividad endocrina modula la actividad del sistema nervioso central, constituyen los principales mecanismos reguladores para casi todas las actividades fisiológicas (Gardner and Shoback, 2000). Ambos trabajando en conjunto conforman el sistema neuroendocrino y son los encargados de mantener la homeostasis corporal, conservando las condiciones controladas dentro de los límites normales para mantener la vida (Chú Lee, 2015).
Mientras que el tejido nervioso utiliza un sistema cerrado, muy compartimentado, de cables para conectar células que están a cierta distancia una de otra, el sistema endocrino se fundamenta en el plasma circulante para transportar hormona recién liberada hacia sus blancos en la periferia. Como resultado, las constantes de tiempo para el suministro de señal difieren bastante entre ambos, casi instantáneas para el sistema nervioso, pero tardías, en virtud de los tiempos de circulación, para el sistema endocrino (Gardner and Shoback, 2000).
El cerebro, canalizando sus órdenes a través del sistema nervioso ejerce el control sobre las glándulas endocrinas, un control que puede ser directo o indirecto, y determina la secreción de las diferentes hormonas. Ambos sistemas se retroalimentan, es decir, que uno depende del otro para un funcionamiento correcto.

La neuroendocrinología es la rama de la fisiología que estudia la interacción entre el sistema nervioso y el sistema endocrino, es decir, cómo el cerebro regula la actividad hormonal en el cuerpo. En síntesis, el sistema neuroendocrino participa en casi todos los procesos que se dan constantemente en el interior del cuerpo humano. Su bienestar es fundamental para el buen funcionamiento del organismo.
La comunicación entre sistemas endocrino, nervioso, inmunitario y musculoesquelético se desarrolla mediante hormonas y otras moléculas de transmisión (p. ej.,citocinas, quimiocinas, moléculas de transmisión de señales) (William, et al., 2017). Uno de los factores que más influye en la integridad de los sistemas es el entrenamiento, así, la integración del sistema nervioso y de los diversos mecanismos hormonales es distinta en personas entrenadas y desentrenadas (Hakkinen et al., 1988; Spiering et al., 2009; como se citó en William, et al., 2017).
Hormonas más importantes y sistema endocrino
Glándulas endocrinas
Las glándulas endocrinas tradicionalmente se definen como las estructuras glandulares carentes de conductos, que liberan sus secreciones hormonales hacia el espacio extracelular donde finalmente tienen acceso al plasma circulante. Las glándulas endocrinas clásicas comprenden órganos como la hipófisis, la glándula tiroides, las glándulas paratiroides, islotes pancreáticos, glándulas suprarrenales, ovarios y testículos (Gardner and Shoback, 2000). Podemos añadir la glándula pineal o cuerpo pineal y el páncreas, el cuál tiene un papel importante en la producción de hormonas y también en la digestión.
El hipotálamo y la hipófisis
Hipotálamo y glándula hipófisis forman una unidad que controla la función de varias glándulas endocrinas —tiroides, suprarrenales y gónadas— así como una amplia gama de actividades fisiológicas (Gardner and Shoback, 2000).
El hipotálamo tiene como función principal mantener la homeostasis, es decir, la estabilidad del ambiente interno del organismo y la adaptación del organismo al medio. Es una central que recopila señales de bienestar interno del organismo (Aguilar y Estradas, 2019). Este órgano cerebral está en íntima conexión con la hipófisis, de manera que la liberación por el hipotálamo de las hormonas llamadas liberadoras origina la secreción de hormonas hipofisarias (Gil, 2010).
Su control jerárquico está sujeto a su vez a regulación nerviosa, ya que el propio hipotálamo es un órgano neuroendocrino cuya actividad puede ser desencadenada por múltiples situaciones de estrés (Gil, 2010). Además, participa en muchas funciones no endocrinas, como la regulación de la temperatura corporal, la sed y la ingestión de alimento, y está conectado con muchas otras partes del sistema nervioso (Gardner and Shoback, 2000).
La hipófisis o glándula pituitaria es una estructura en forma de haba localizada bajo el hipotálamo, en la base del encéfalo, concretamente en un hueso del cráneo llamado esfenoides, en el interior de una región anatómica llamada silla turca. Tiene la importante función de segregar hormonas liberadoras —que hacen que otras glándulas segreguen otras hormonas— e inhibir hormonas que estimulan o inhiben la producción de hormonas en la adenohipófisis. Está constantemente recibiendo información del nivel de las hormonas y regulando su producción en todo momento, inhibiéndola si detecta un exceso o estimulándola si compensa un déficit. Está formada por dos partes muy diferenciadas y que funcionan de manera independiente:
- Hipófisis posterior o neurohipófisis: se considera una expansión del hipotálamo cuya función principal es la de almacenar y liberar las hormonas que provienen de este, que son la oxitocina y la vasopresina u hormona antidiurética (ADH).
- Hipófisis anterior o adenohipófisis: esta parte de la hipófisis no tiene ninguna conexión nerviosa. Actúa como glándula renal y secreta hormonas que van a glándulas endocrinas o tejidos.
De ese modo la hipófisis regula el funcionamiento del tiroides, la suprarrenal, los órganos sexuales y el crecimiento lineal del hueso aunque muchas otras glándulas del organismo no son reguladas por la hipófisis.
Los ejes de las hormonas
Los ejes hormonales o el sistema hipotálamo-hipofisario se encarga de mantener la regulación y el equilibrio de los niveles hormonales hipofisarios. Estos ejes mantienen una concentración estable de hormonas en circulación, actuando como bucles cerrados debido a la presencia de mecanismos/asas de retroalimentación (interacciones positivas/negativas) que regulan la secreción hormonal. El control por retroalimentación, negativa y positiva, es un rasgo fundamental de los sistemas endocrinos.
Ahora, para que el cuerpo pueda responder a los cambios de su medio interno, la actividad de las hormonas así como las de otras moléculas de señal deben ser de duración limitada (deben iniciar y parar). De forma generalizada, cuando es necesario que el efecto de las hormonas no sea desmedido, éstas son degradadas o transformadas en metabolitos inactivos en circulación, por enzimas que se encuentran principalmente en el hígado y los riñones.
La liberación de una hormona, en ausencia de enfermedad endocrina, está relacionada con los requerimientos de una respuesta biológica específica generada por la hormona en cuestión; una vez satisfechos los requerimientos de respuesta biológica, la producción hormonal debe detenerse para evitar una respuesta excesiva que lleve a un estado patológico (Aguilar y Estradas, 2019).
Los más conocidos son los ejes hormonales verticales, entre los que se incluyen los ejes tirotrópico, gonadotrópico y corticotrópico (Smirnova, 2019).
Eje tirotrópico / Eje Hipotálamo, hipófisis, tiroides (HHT)
El eje tirotrópico, también denominado tiroideo o eje hipotalámico-hipofisario, consta de tres escalones: hipotálamo, hipófisis y tiroides. Principalmente se encarga de regular la secreción de hormonas tiroideas.
Entre ellas se incluyen la Hormona liberadora de tirotropina (TRH, del inglés thyrotropin-releasing hormone) del hipotálamo, la Hormona estimulante del tiroides (TSH) de la adenohipófisis y las hormonas tiroideas triyodotironina (T3) y tetrayodotironina o tiroxina (T4). También regula la producción y liberación de prolactina en la hipófisis o glándula pituitaria.
La función tiroidea se ejerce principalmente por la acción de la tiroxina (T4) sobre las células hipofisiarias, y según la liberación de TRH, que a su vez es modulada por diferentes neurotransmisores.
Eje Corticotrópico / Eje Hipotálamo, hipófisis, adrenal (HHA)
El eje hipotalámico-pituitario-adrenal (HPA Hypothalamic-Pituitary-Adrenal en inglés) es un conjunto complejo de influencias directas e interacciones retroalimentadas entre el hipotálamo, la glándula pituitaria y la glándula adrenal o suprarrenal. Las interacciones homeostáticas finas entre estos tres órganos constituyen el eje HPA, una parte esencial del sistema neuroendocrino que controla las reacciones al estrés (Cordero et al., 2014).
Entre sus hormonas destacadas contiene el factor liberador de corticotropina (CRF, del inglés corticotropin releasing factor), liberado por el hipotálamo; la hormona adrenocorticotropa (ACTH), liberada por la adenohipófisis; y los glucocorticoides, liberados por la corteza suprarrenal.
Su correcta acción permite la secreción adecuada de glucocorticoides, que es la fase efectora de este eje, los glucocorticoides a su vez actuarán en órganos diana con la finalidad de preparar al sistema inmune, cardiovascular, metabolismo energético, etc., para una situación de alarma (Aguilar y Estradas, 2019). Este eje tiene, por tanto, un rol fundamental en la respuesta al estrés físico y psicológico siendo el producto final la liberación de cortisol, una hormona cuya misión es la de contrarrestar la respuesta inflamatoria producida por el estrés (sistema nervioso simpático).
Eje gonadotrópico / Hipotálamo, hipófisis, ovarios / Hipotálamo, hipófisis, testículos
Eje hipotalámico-hipófisis-gónada (HPG) es una unidad estructural-funcional necesaria para mantener los niveles circulantes normales de la hormonas hipofisiarias que son esenciales para la función biológica de todos los sistemas.
Eje Somatotrópico / Eje de crecimiento
Recientemente, se ha comenzado a considerar el eje somatotrópico como un eje vertical. Está regulado por aquellos factores implicados en los procesos de crecimiento, incluidos los metabólicos.
Por un lado, en este eje tiene una gran importancia la hormona liberadora de somatotropina, que estimula la producción de la hormona de crecimiento (GH). Por otro lado, este eje se relaciona con el eje HHT mediante la somatostatina (SS), una hormona neurotransmisora sintetizada dentro de unas células especiales situadas en los islotes pancreáticos de Langerhans denominadas “células delta”, al inhibir la secreción de GH por medio de la adenohipófisis, y la secreción de TSH por parte de la tiroides.

La comunicación de las hormonas y el sistema endocrino
Cómo interactúan las hormonas entre sí y con los tejidos de destino. Las hormonas trabajan por separado y también interaccionan entre ellas. Muchas veces eso es favorable y otras veces no. Por ello, la interacción hormonal puede resultar interesante.
Las hormonas que se producen en un tejido pueden promover la actividad en un tejido blanco a cierta distancia de su punto de secreción. De forma endocrina, normalmente, la mayoría de las hormonas son liberadas al torrente sanguíneo donde pueden circular en una forma libre, sin formar complejos con otras moléculas, o unidas a otras moléculas, como las proteínas plasmáticas. Una vez en la circulación, las hormonas se unen a receptores sobre tejidos blanco para desencadenar sus efectos biológicos (Gardner and Shoback, 2000).
Pero también se secretan hormonas para que actúen mediante mecanismos intracrino, autocrino y paracrino (William, et al., 2017). Las hormonas pueden actuar localmente después de la secreción; sea sobre una célula vecina (efecto paracrino), sobre la célula secretora en sí (efecto autocrino) o sin ser en realidad liberada desde esta última célula (efecto intracrino) (Gardner and Shoback, 2000). La secreción intracrina y paracrina de una hormona supone que la célula libera la hormona para que actúe sobre sí misma, uniéndose a los receptores intracelulares y de membrana, respectivamente (William, et al., 2017)
Por otro lado, ya hablé al inicio que distintas hormonas podían actuar en un mismo tejido. Existen básicamente tres tipos de interacciones: Sinergia, permisividad y antagonismo.
La sinergia, se produce cuando dos o más hormonas que tienen el mismo efecto en el organismo (aunque pueden hacerlo por diferentes mecanismos) se encuentran presentes en la célula objetivo al mismo tiempo. Lo lógico es esperar que sus efectos fuesen aditivos y se potencia su respuesta. Esto puede ocurrir con el glucagón y la adrenalina, que producen la elevación de la glucosa de forma brusca.
En la permisividad, una hormona no puede ejercer sus efectos completamente a menos que una segunda hormona se encuentre presente. Por ejemplo, sin una adecuada concentración de hormona tiroidea se puede producir un retraso en la maduración del aparato reproductor por la hormona liberadora de gonadotropina, las gonadotropinas de la adenohipófisis y las hormonas esteroideas no pueden actuar adecuadamente.
Por último, el antagonismo se produce cuando 2 moléculas trabajan una contra la otra y disminuyen los efectos potenciales. Por un lado, ocurre cuando una molécula se une a un receptor y no lo activa, lo que se denomina inhibición competitiva. Por otro lado, cuando dos moléculas tienen funciones opuestas hablamos de antagonismo funcional como ocurre con en el glucagón y la hormona de crecimiento, que elevan la glucosa en sangre, y la insulina, que la baja.
Tipos de hormonas y sistema endocrino
Ya hemos visto que las hormonas son sustancias químicas especiales que regulan el metabolismo, la reproducción, las reacciones de alarma, la homeostasia o mantenimiento de condiciones constantes en el medio interno (Delgado, 2017). Se secretan como respuesta a la necesidad del control homeostático del cuerpo haciendo del sistema endocrino parte de una estrategia general para que las funciones fisiológicas vuelvan a sus valores normales (Galbo, 1983; como se citó en William, et al., 2017).
Existen diferentes clasificaciones de las hormonas. Por ejemplo, en lo referente a su estructura molecular, hay tres categorías principales de hormonas: esteroideas, polipeptídicas (o sencillamente peptídicas) y amínicas (William, et al., 2017). Sin embargo, voy a centrar la clasificación en el siguiente apartado por la implicación de algunas de ellas en los mecanismos de síntesis y degradación de proteínas que forman parte de las adaptaciones musculares al ejercicio físico. Hablaré de hormonas anabólicas y catabólicas. También comentaré en un tercer apartado otras hormonas relacionadas e importantes a considerar en el metabolismo, la alimentación y la conducta.
Entendiendo las hormonas más importantes en el sistema endocrino
Entre las hormonas más importantes del organismo humano se incluyen las hormonas reproductivas como el estrógeno, la progesterona y la testosterona; las hormonas del estrés como el cortisol y la adrenalina; las hormonas tiroideas, responsables del metabolismo y la energía; y la hormona fundamental para conciliar el sueño, la melatonina.
Principales hormonas anabólicas del sistema endocrino
Los procesos anabólicos son procesos metabólicos de construcción, en los que se obtienen moléculas grandes a partir de otras más pequeñas (moléculas sencillas pueden convertirse en moléculas más complejas). Se incluyen en este apartado las hormonas que promueven el desarrollo tisular, es decir, el aumento de tamaño de un tejido como es el músculo esquelético.
Las hormonas anabólicas primarias que intervienen en la remodelación y crecimiento del tejido muscular son la testosterona, la hormona del crecimiento y los factores de crecimiento insulinoide (IGF), así como la insulina y las hormonas tiroideas (Florini, 1985; Florini, 1987; Florini et al., 1985; Fluckey et al., 1995; Galbo, 1983; como se citó en William, et al., 2017).
La testosterona es segregada a la sangre circulante por parte de los testículos en el hombre y por los ovarios y glándulas suprarrenales en la mujer por lo que la tienen en pequeñas cantidades. Es considerada la hormona más anabólica y crítica para el desarrollo muscular. Hablamos de la principal hormona andrógena que interactúa con el tejido del músculo esquelético (Campbell, 2017).
Estimula la hipófisis para que libere hormona del crecimiento, y a su vez, ésta parece tener un efecto permisivo o sinérgico sobre la promoción de la síntesis de proteínas (Mauras et al., 2003; como se citó en William, et al., 2017).
Para la transmisión de señales anabólicas ha sido importante considerar la concentración de testosterona circulante, sin embargo, en las últimas investigaciones se destaca la unión de la testosterona con su receptor como la clave para estimular las funciones anabólicas (William, et al., 2017).
¿Qué estimula su producción?
- La ingesta adecuada de grasas saturadas
- Entrenamiento de fuerza y entrenamiento de alta intensidad
¿Qué reduce su secreción?
- Un exceso de grasas poliinsaturadas
- El alcohol
Hormona de crecimiento: La hormona del crecimiento humano (HGH, Human Growth Hormone) o somatotropina, una proteína secretada por la adenohipófisis. La GH desempeña un papel crucial en las interacciones celulares directas al ser una de las hormonas anabólicas más potentes (McCall et al., 1999; como se citó en William, et al., 2017).
Estimula el crecimiento óseo y del músculo esquelético al actuar sobre los cartílagos de crecimiento, pero también desempeña importantes funciones metabólicas, como mantener la glucemia, aumentar la captación de glucosa y aminoácidos por las células musculares (Fong et al.,1989; como se citó en Campbell, 2017) lo que favorece la síntesis proteica y la mejora de la reposición (repleción) de glucógeno. Promueve la lipólisis en el tejido graso al estimular la liberación de ácidos grasos de los adipocitos (Campbell, 2017).
Su variante más estudiada es la GH 22 kDa. Su secreción y por tanto, el volumen de sangre, varía según el momento del día, habiéndose observado los niveles más altos de noche durante el sueño (Finkelstein et al., 1972; Kraemer, 1994; Sonntag et al., 1982; como se citó en William, et al., 2017).
¿Qué estimula su producción?
- El entrenamiento de fuerza
- Dormir
Diversos factores externos, como la edad, el sexo masculino frente al femenino, el sueño, la nutrición, el consumo de alcohol y el ejercicio alteran los patrones de liberación de la GH (Buckler, 1969; Buckler, 1971; Chang et al., 1986; Okayama, 1972; Vanhelder et al., 1984; como se citó en William, et al., 2017)
Puede ser interesante considerar que la GH, en sinergia con la testosterona, pueden disminuir los efectos del cortisol actuando de forma antagónica. Y recordar que la somatostatina, liberada en los islotes pancreáticos, inhibe la secreción de la GH.
IGF-1: El factor de crecimiento insulinoide tipo I es un aminoácido polipéptido de 70 nucleótidos (William, et al., 2017). Constituye el mediador principal de la hormona del crecimiento. Actúa de mensajero hormonal que estimula los efectos que potencian el crecimiento en casi todas las células del cuerpo, sobre todo las del músculo esquelético, el cartílago y el hueso (French, 2017). Tiene un prolífico papel en el anabolismo de las proteínas (Nindl, 2010; Nindl et al., 2011; como se citó en William, et al., 2017).
Insulina: Es una potente hormona secretada por el páncreas en respuesta a elevaciones de la glucemia o las concentraciones de un aminoácido específico (p. ej., leucina). Su papel es facilitar la captación de glucosa y aminoácidos dentro de la célula o los tejidos. Como la insulina incrementa la síntesis de proteínas, se considera una hormona anabólica (Campbell, 2017).
La insulina actúa sobre el hígado facilitando la síntesis de glucógeno, sobre el músculo facilitando la síntesis de glucógeno y de proteínas y sobre el tejido adiposo aumentando la síntesis de lípidos.
¿Qué estimula su producción?
- Incremento de la glucosa en sangre
- Los carbohidratos a excepción de la fructosa
- Algunos aminoácidos
Estrógeno: En realidad son un grupo de hormonas como el estradiol, estriol y estrona. En las mujeres, el aumento de la producción de estrógenos provoca un aumento de la deposición de grasa corporal, el desarrollo de las mamas y el ensanchamiento de las caderas.
El estradiol es la forma más poderosa de esta hormona porque hace que las neuronas tomen glucosa para crear energía. Si el nivel de esta hormona es alta, también aumentarán la energía, la inmunidad y la neuroplasticidad, crucial para aprender nuevas habilidades.
Principales hormonas catabólicas del sistema endocrino
Los procesos catabólicos son procesos metabólicos de degradación, en los que las moléculas grandes, que proceden de los alimentos o de las propias reservas del organismo, se transforman en otras más pequeñas.
Cortisol: Es una hormona catabólica secretada por las glándulas suprarrenales que tiene un efecto estimulante sobre el sistema nervioso central accionando mecanismos para el aprovechamiento de energía de los músculos y actuando sobre el sistema inmunitario y la respuesta inflamatoria de las células. Proporciona respuesta de «lucha o huida» como mecanismo de supervivencia.
Proporciona un aumento temporal de la producción de energía al ser la principal hormona transmisora del metabolismo de los hidratos de carbono. Cuando las concentraciones de glucógeno muscular son bajas, promueve catabolizar otros substratos (proteínas) para producir energía y mantener las concentraciones de glucosa sanguínea. Por tanto, interviene en el metabolismo de la glucosa al promover la liberación de insulina (que regula la glucosa en sangre).
El cortisol ejerce sus principales efectos catabólicos al estimular la conversión de aminoácidos en hidratos de carbono, elevar el nivel de enzimas proteolíticas (enzimas que degradan proteínas), inhibir la síntesis de proteínas y anular muchos procesos glucodependientes, como la glucogénesis y la función de los inmunocitos (Fragala et al., 2011; como se citó en William, et al., 2017). Potencia los efectos metabólicos de la adrenalina, sin embargo, reduce la lipólisis.
Las concentraciones de cortisol experimentan grandes subidas y bajadas sujetas al ritmo circadiano; la concentración es máxima por la mañana temprano y desciende durante el día (William, et al., 2017)
¿Qué estimula su producción?
- Al despertar, por la mañana (efecto alba)
- El ejercicio físico
- Elevado estrés psicosocial
- Situaciones fisiológicas de peligro o alarma
Elevaciones ocasionales de cortisol resultan saludables para el metabolismo y el sistema inmunológico pero debemos evitar elevaciones crónicas de los niveles de cortisol. Esto puede ocasionar:
- Aumento de la resistencia a la insulina
- Perjudica la función tiroidea al disminuir la producción de tirotropina (TSH)
- Reducen la lipólisis de las grasas
- Aumenta la retención de líquidos
Catecolaminas: Son las hormonas amínicas más destacadas e implicadas en el ejercicio. Se incluyen la adrenalina, la noradrenalina y la dopamina.
Adrenalina: Es una catecolamina (hormona) producida por las glándulas suprarrenales a partir de los aminoácidos fenilalanina y tirosina.
¿Qué estimula su producción?
- La tensión
- El incremento de cortisol
- El ayuno
- Entrenamiento de alta intensidad
Niveles altos de adrenalina y noradrenalina liberados durante el ejercicio conforman una estrategia importante para bajar tejido graso. Ambas son parte activa en la movilización de las grasas al promover la secreción de la hormona Lipasa Hormono Sensible (LSH), que se produce con bajas concentraciones de insulina, favoreciendo así la lipólisis de las grasas.
Otras hormonas importantes del sistema endocrino
Las hormonas tiroideas: Las hormonas tiroideas son importantes hormonas permisivas que posibilitan las acciones metabólicas de otras hormonas. Tienen una gran influencia sobre el metabolismo de la energía y la conversión de energía.
Entre estas hormonas destacan la T3 y la T4, cuya secreción depende de otra hormona hipofisaria, la TSH.
Leptina: Es la hormona que controla la saciedad, jugando un papel importante en el control del apetito cuando aumenta o disminuye su nivel. Es secretada por el tejido adiposo, producida en los adipocitos, y promueve el almacenamiento de grasa blanca, lo cual genera un círculo vicioso de producción de tejido graso.
La leptina bloquea los receptores de hormonas sexuales, incluidas el estrógeno, la progesterona y la testosterona. Cuando eso ocurre, el cuerpo comienza a guardarlas, en vez de usarlas, y esto, a su vez, fomenta el almacenamiento de grasa.
¿Qué reduce los niveles de leptina?
- El sexo
- El placer de la comida
Las personas con mayor sobrepeso tienen mayor producción de leptina (asociada a una mala regulación de sus ritmos circadianos de producción) y cierta resistencia a la leptina, al igual que puede ocurrir con la insulina. El resumen es que les causa más dificultad para sentirse saciadas a pesar de tener mayores concentraciones de leptina.
Grelina: También denominada GHrelina, es considerada la hormona del hambre. Procede fundamentalmente del estómago (fundus) y actúa como ligando del receptor que interviene en la secreción de la hormona de crecimiento (GH). Los niveles circulantes de ghrelina disminuyen durante las comidas y presentan su pico más alto en estado de ayuno (García Tuomola, 2019). Un mal descanso y una alteración de los ejes endocrinos aumenta su secreción.
Melatonina: Es una hormona producida por la glándula pineal o epífisis que es inductora del sueño. Es considerada una neurohormona de la fisiología circadiana. Por lo tanto, interviene activamente en el ciclo de sueño y vigilia. Esto se debe, a que esta sustancia química es sintetizada solo durante la noche, ya que la luz no estimula a la glándula para producir hormonas. Por otro lado, hablamos de un poderoso antioxidante, que actúa, por tanto, protegiendo a las células y los tejidos frente al daño causado por radicales reactivos.
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Educador Físico Deportivo. Graduado en Ciencias de la Actividad Física y del Deporte. Colegiado nº 64.218. Máster en Prevención y Readaptación de Lesiones Deportivas en el Fútbol por la UCLM y la RFEF. Máster en Cineantropomería y Nutrición Deportiva por la UV. Técnico Superior en Dietética y Técnico Superior de Fútbol (UEFA Pro). Apasionado del fitness y como deporte futbolero. Tengo la suerte de ayudar a personas a mejorar su salud a través del ejercicio.
Un gran estudio y artículo que merece lectura concienzuda para comprender la importancia de las hormonas en los procesos de nuestro organismo.
Lo trataré de aterrizar en acciones que me permitan sacar mayor rendimiento a los entrenamientos y lograr un modo de vida más saludable.
¡Muchas gracias!
Gracias David, hay que leerlo con calma ya que se hizo un poco largo, la fisiología es así… pero la segunda parte tendrá un componente más práctico que estoy seguro que te va resultar muy interesante. Gracias de nuevo por aportar!
Un pequeño repaso de cómo funciona nuestro cuerpo. He aprendido mucho. Gran trabajo, gracias!!
Muchas gracias por tu aportación Amanda! Me alegro de que te haya gustado