La pelvis comanda todo lo que sucede en nuestro cuerpo a través de su movilidad y estabilidad, pero en el epicentro de la interacción entre la pelvis y el miembro inferior tenemos la cadera, una estructura anatómica de sorprendente ingeniería y funcionalidad, que se erige como una articulación esencial para la postura, la locomoción y el bienestar general.
Anteriormente he escrito un artículo sobre los fundamentos anatómicos y biomecánicos de la pelvis, que puede ser de interés leer antes de profundizar en la cadera. Te dejo el enlace a continuación:
- Fundamentos de la pelvis: Anatomía y biomecánicaFundamentos de la pelvis: Anatomía y biomecánica
Tabla de contenidos
Anatomía funcional de la cadera
La cadera es un vínculo biomecánico vital entre la pelvis y el miembro inferior, al asumir la función de orientación y de soporte del miembro inferior. Cuando hablamos de la cadera, nos referimos específicamente a la articulación coxofemoral, que contempla por un lado la cabeza y el cuello del fémur, que difiere entre individuos y por otro lado el acetábulo, situado en la cara externa del hueso ilíaco y que recibe la cabeza del fémur.
Las capas gruesas de cartílago articular, músculo y hueso esponjoso en el fémur proximal ayudan a amortiguar las grandes fuerzas que habitualmente cruzan la cadera. El fallo de cualquiera de estos mecanismos protectores debido a enfermedad, desalineación o malformación congénita o trauma, a menudo conduce a un deterioro de la estructura articular.
La articulación coxofemoral
Es la articulación a la que nos referimos cuando hablamos de cadera. Tiene forma de enartrosis, es decir, es una articulación tipo esférica, muy coaptada (Kapandji, 2012). La articulación coxofemoral es la responsable de unir el hueso ilíaco, también llamado coxal, con el fémur. La cabeza redondeada del fémur encaja en una cavidad poco profunda del hueso ilíaco, conocida como acetábulo. Por supuesto, tenemos una a cada lado de la pelvis.
Las coxofemorales, al ser articulaciones de tipo esféricas, permiten una amplia gama de movimientos, incluyendo la flexión, extensión, abducción, aducción y rotación de la cadera. La estabilidad de estas articulaciones se debe a la presencia de ligamentos fuertes y a la acción de los músculos que rodean la pelvis.
Además, está fortificada por una compleja red de estructuras ligamentosas y capsulares que contribuyen a su estabilidad y funcionamiento. La cápsula articular rodea y protege esta articulación, sellando el espacio entre el coxal y el fémur, y los ligamentos refuerzan la estructura, proporcionando restricciones precisas a los movimientos y evitando desplazamientos indeseados.
El fémur (hueso de la parte superior de la pierna) se conecta con el isquion en un lugar particular llamado acetábulo, generalmente conocido como cavidad de la cadera, sólo a lo largo de su superficie semilunar en forma de herradura.
Estructura anatómica de la articulación coxofemoral
Componentes principales: Cabeza del fémur y acetábulo
La cabeza del fémur, 2/3 de estructura esférica, de 40-50 mm de diámetro, situada en el extremo proximal del hueso del muslo, presenta una superficie articular recubierta de cartílago.
El cuello femoral soporta la cabeza del fémur y es oblicuo hacia arriba, hacia dentro y hacia delante, con una inclinación de 125º y una declinación de 10-30º.
El acetábulo, la parte del coxal donde encaja la cabeza del fémur, está forrado por el labrum acetabular, un anillo de tejido fibrocartilaginoso que aumenta la profundidad de la cavidad y proporciona estabilidad adicional a la articulación (Moore et al., 2013)
Superficies articulares y cartílago articular
El cartílago articular revista la cabeza del fémur, siendo un tejido resiliente que reduce la fricción y distribuye las cargas a lo largo de la superficie articular (Williams et al, 1995). El complejo sistema de superficies articulares, cartílagos y tejidos de soporte asegura una congruencia óptima y una transferencia eficiente de fuerzas a través de la articulación coxofemoral.
Su desgaste, que se conoce como artrosis o osteoartrosis, impacta en el bienestar la articulación, al conducir a una disminución de la lubricación natural de la articulación, lo que contribuye a una mayor fricción, conformando una superficie articular más áspera que disminuirá la biomecánica (Goldring, 2007)
Cápsula articular y ligamentos de soporte
La cápsula articular y los ligamentos asociados desempeñan un papel esencial en la estabilidad y función de la articulación coxofemoral. La tensión pasiva en los ligamentos estirados, la cápsula adyacente y los músculos circundantes definen el rango final de los movimientos de la cadera
La cápsula articular rodea la articulación, formando un revestimiento protector que mantiene las superficies articulares en su lugar y ayuda a contener el líquido sinovial, que lubrica y nutre la articulación. Esta cápsula contribuye a mantener la congruencia entre la cabeza del fémur y el acetábulo, asegurando que la cabeza del fémur se mantenga centrada en el acetábulo durante los movimientos. Y esto es importante porque el fémur sólo se moverá tanto como el espacio que tenga en la articulación.
Además de la cápsula, varios ligamentos de soporte refuerzan la articulación coxofemoral, trabajando en conjunto para proporcionar una estructura de apoyo que equilibra la movilidad y la estabilidad en la articulación coxofemoral (Drake et al., 2019)
- El ligamento iliofemoral, también conocido como “ligamento de Y”, es el ligamento más fuerte del cuerpo humano y previene la hiperextensión excesiva de la cadera al limitar la extensión y rotación medial.
- El ligamento pubofemoral restringe la abducción excesiva y ayuda a mantener la estabilidad en la parte anterior de la articulación.
- El ligamento isquiofemoral limita la extensión y rotación lateral de la cadera, brindando una restricción adicional a los movimientos indeseados.
Musculatura de la articulación coxofemoral
La articulación coxofemoral, con su complejo sistema muscular, permite la realización de movimientos triplanares y esencialmente determina la movilidad y estabilidad de la cadera. Entre los 21 músculos que cruzan la cadera, se incluyen músculos fundamentales como el psoas, el recto anterior del cuádriceps, el glúteo mayor y menor, así como el piriforme y el obturador interno, entre otros.
El psoas, junto con el ilíaco, desempeña un papel crucial en la flexión de la cadera. Por otro lado, el recto anterior del cuádriceps, así como otros músculos extensores como el glúteo mayor y el bíceps femoral, son responsables de la extensión de la cadera. En cuanto a la rotación, el piriforme y el obturador interno trabajan en conjunto para la rotación lateral y medial, respectivamente. Los músculos abductores, como el glúteo medio y mínimo, permiten la separación de la cadera, mientras que los aductores, como el aductor mayor y los gracilis, son cruciales para la aducción.
La interacción precisa de estos músculos es esencial para realizar actividades diarias y deportivas de manera eficiente. La cooperación armónica de estos músculos permite una amplia gama de movimientos mientras mantiene la estabilidad necesaria para evitar lesiones y garantizar un rendimiento óptimo en diversas actividades.
Biomecánica de la cadera
Osteocinemática de la articulación coxofemoral
La articulación coxofemoral realiza múltiples movimientos como la flexión, la extensión, la abducción, la aducción y la rotación, además de todas las posibilidades de movimiento que supone la interacción entre ellos, lo que se conoce como circunducción, y también los factores que permiten y restringen cada uno de estos movimientos.
A menudo, los movimientos del fémur sobre pelvis y pelvis sobre fémures ocurren simultáneamente, aunque aquí sólo hablamos de los propios de la coxofemoral. Las mecánicas de movimiento de la pelvis sobre los fémures como las del fémur sobre la pelvis ocurren en los tres planos.
Estos movimientos son esenciales para caminar, correr, saltar y realizar una amplia gama de actividades físicas. La biomecánica de las articulaciones coxofemorales se ve influenciada por la forma de las superficies articulares, los ligamentos, los músculos y la alineación de la pelvis y las extremidades inferiores.
En algunos movimientos, los grados de amplitud serán diferentes en función del movimiento de la rodilla. Todo ello hace de la coxofemoral una estructura clave en la locomoción, el equilibrio y la función diaria del cuerpo humano, al aportar versatilidad y capacidad de adaptación a una amplia variedad de situaciones.
Flexión - Extensión
La flexión de la cadera implica el movimiento hacia adelante del muslo y el tronco, mientras que la extensión implica llevar la pierna hacia atrás en dirección opuesta. En función del movimiento de la rodilla, los grados de amplitud tanto de la flexión como de la extensión de cadera van a variar, algo que puedes apreciar en las imágenes, aumentando amplitud a medida que se flexiona la rodilla, y en especial, al hacerlo pasivamente (nos ayudamos de las manos para tirar)
Kapandji señala que “la flexión es posible hasta un ángulo de 120 a 130 grados” y la amplitud será mayor si flexionamos la rodilla en comparación a si la mantenemos extendida, algo que ocurrirá por la tensión de los isquiotibiales.
La flexión completa de la cadera afloja los tres ligamentos capsulares primarios pero estira la cápsula inferior y músculos como el glúteo mayor.
Con la rodilla totalmente extendida, la flexión de la cadera suele estar limitada a 70 u 80 grados por el aumento de la tensión en los músculos isquiotibiales.
Se puede esperar una variabilidad considerable en este movimiento debido a la alta variabilidad entre sujetos en la flexibilidad de los músculos isquiotibiales.
La cadera normalmente se extiende unos 20 grados más allá de la posición neutra. Según Kapandji “la extensión no se limita a la línea media, sino que se prolonga en rotación interna y externa”.
La extensión completa de la cadera aumenta la tensión pasiva a lo largo de los ligamentos capsulares, especialmente el ligamento iliofemoral y los músculos flexores de la cadera. Cuando la rodilla está completamente flexionada durante la extensión de la cadera, la tensión pasiva en el recto femoral estirado, que cruza tanto la cadera como la rodilla, reduce la extensión de la cadera a una posición neutra.
Aducción - Abducción
La abducción y la aducción se refieren al movimiento de separación y acercamiento de la pierna al eje del cuerpo, respectivamente. Según Kapandji “la abducción puede alcanzar un ángulo de 45 grados, y a menudo más” y “la aducción, por lo general, alcanza 20 a 30 grados, pudiendo ir más allá”.
La abducción estará limitada principalmente por el ligamento pubofemoral y los músculos aductores mientras que la aducción estará limitada por la interferencia con el miembro contralateral , la tensión pasiva en los músculos abductores de la cadera estirados, la banda iliotibial y las fibras superiores del ligamento isquiofemoral
Rotación interna - rotación externa
Los movimientos de rotación se realizan alrededor de un eje mecánico del miembro inferior. La rotación puede ser interna o externa, lo que permite una amplia gama de posiciones y movimientos en diversas actividades. Kapandji afirma que “los grados totales de rotación interna son 35 o 40, mientras que la rotación externa es menos amplia debido a la conformación asimétrica del cuello del fémur y las inserciones musculares”. La rotación externa se verá limitada por la tensión del fascículo lateral del ligamento iliofemoral y por cualquier exceso de tensión en alguno de los principales rotadores internos.
Movimientos del acetábulo sobre el fémur
El enfoque del lenguaje Postural Restoration Institute (PRI) ha proporcionado una perspectiva muy valiosa sobre los movimientos que realiza el acetábulo sobre el fémur en el contexto de la biomecánica de la cadera. Uno de los conceptos centrales en este enfoque es la noción de Anterior Femoral Glide (AF) e Internal Rotation (IR), en lenguaje PRI “AF/IR”, y que se refieren a movimientos específicos del acetábulo en su relación con el fémur. Su compresión permite realizar una mejor evaluación de la cadera y cómo ésta influye en la postura y en la movilidad de una persona.
En lenguaje PRI se utilizan dos términos para describir los movimientos y posiciones específicas de la articulación coxofemoral, que son “AF” y “FA”:
- AF (Articulación acetabular/femoral): Se refiere a la relación entre la articulación del acetábulo y la cabeza del fémur. Presta atención al deslizamiento y la rotación de la cabeza del fémur en el acetábulo durante diferentes movimientos, como la flexión de cadera.
FA (Articulación femoral/acetabular): Este término se refiere a la relación inversa, es decir, la posición y movimientos de la cabeza del fémur en relación con el acetábulo.
Tanto AF como FA son la misma articulación, sencillamente se les otorga nombres diferentes para separar los movimientos que ocurren en esta articulación coxofemoral. Ambos movimientos tienen un papel crucial en la estabilidad y la alineación de la misma, influyendo en la postura global del cuerpo y condicionando el resto el resto de movilidad de nuestro cuerpo. Al caminar, correr, saltar, nadar o golpear un balón, los fémures se tienen que poder mover/rotar dentro del acetábulo, es decir, deben poder girar internamente. En este enfoque biomecánico, destaca la importancia de que para que un fémur se mueva de forma correcta sobre el acetábulo (F sobre A o “AF”), el movimiento que tiene el acetábulo sobre el fémur (A sobre F o “AF”) tiene un rol crítico y capital.
AF/IR
Rotación interna acetabular-femoral: Describe el movimiento de su pelvis a medida que se mueve sobre su fémur (hueso de la pierna).
Este enfoque ofrece una perspectiva valiosa para entender mejor la función de la articulación coxofemoral. El término “AF/IR” proporciona un marco para analizar y comprender la interacción entre la cabeza del fémur y el acetábulo, así como su impacto en la postura, la movilidad y el movimiento integral del cuerpo.
Factores biomecánicos de impacto en la movilidad de cadera
La forma del fémur proximal
La forma del fémur proximal desempeña un papel crucial en la biomecánica de la articulación coxofemoral, al influir en la congruencia articular, en la estabilidad y distribución de fuerzas, la distribución de la tensión ejercida sobre las estructuras articulares (estrés) y la movilidad funcional de la articulación coxofemoral.
El desarrollo de la forma del fémur proximal está influenciado por una interacción compleja de factores genéticos, biomecánicos y ambientales. La predisposición genética (Chegini et al., 2020), las fuerzas biomecánicas a las que se somete el fémur durante el desarrollo y el crecimiento (carga mecánica, actividad física realizada y los patrones de movimiento habituales) influyen en la remodelación ósea y en la adaptación de la forma del fémur proximal (Winther et al., 2018) y traumas u otros factores adquiridos también pueden afectar la forma del fémur proximal.
Hay dos aspectos del fémur proximal que determinan su forma: el ángulo cérvico-diafisario (CCD) y el ángulo de torsión.
El ángulo cérvico-diafisario (CCD)
El ángulo cérvico-diafisario o ángulo cabeza-columna-diafisaria (CCD), más comúnmente conocido como ángulo de inclinación, es un parámetro biomecánico crucial que describe la alineación entre la cabeza del fémur, la columna vertebral y el eje de la diáfisis femoral. Se refiere al ángulo formado entre el eje longitudinal del cuello femoral y el eje principal de la diáfisis femoral
Este ángulo determina la orientación relativa de la cadera y la pelvis, lo que a su vez influye en la postura y el movimiento de un individuo. Varía significativamente entre individuos debido a diferencias en la morfología ósea y las características musculares (Marinkovic et al., 2019)
Al nacer, este ángulo mide alrededor de 140 a 150 grados, sin embargo, debido principalmente a la carga sobre el cuello femoral que producimos desde que empezamos a caminar, este ángulo generalmente se reduce a su valor normal de adulto de aproximadamente 125 a 130 grados.
El ángulo de inclinación puede tener variaciones que repercutirán en la alineación segmentaria, la postura y el movimiento. Así, cuando el CCD es inferior a 125º, se denomina coxa vara, mientras que un ángulo superior a 125º se denomina coxa valga.
Los ángulos anormales pueden alterar significativamente la interacción entre la cabeza femoral y el acetábulo, afectando así la biomecánica de la cadera, que repercutirá en las relaciones de palanca y carga de la propia coxofemoral y de la rodilla, lo que puede influir en la distribución de fuerzas a lo largo del miembro inferior durante actividades funcionales como la marcha y el movimiento. Estudios como el de Kim et al. (2017) han demostrado que un CCD alterado puede tener implicaciones en la cinemática y la cinética de la marcha, afectando la eficiencia de los patrones de movimiento y contribuyendo potencialmente al desarrollo de patologías como una dislocación o a la osteoartritis de cadera o de rodilla por degeneración inducida por estrés.
Por otro lado, hay que destacar que la relación entre el CCD y la biomecánica de la cadera puede ser un factor determinante en la elección de estrategias compensatorias en la postura y el movimiento, lo que destaca la importancia de evaluar y considerar esta variable en la evaluación clínica y el diseño de intervenciones de rehabilitación personalizadas.
Un CCD aumentado, conocido como CCD valgo, se asocia con una mayor inclinación de la cabeza femoral hacia el centro del cuerpo. Esto favorece el aumento del deslizamiento anterior de la cabeza femoral en el acetábulo (AF) y una mayor rotación interna (IR), resultando en un posicionamiento más interno de la cadera, lo que a su vez puede llevar a una mayor inclinación pélvica anterior y una curvatura lumbar excesiva en compensación. Por contra, en un CCD disminuido, denominado CCD varo, ocurre lo contrario y está más vinculado a una posición de cadera más externa (Shu & Safran, 2011)
Estas variaciones en el CCD pueden tener un impacto directo en el comportamiento de los principales músculos asociados a la cadera y la pelvis. Investigaciones como la de Decker et al. (2018) han demostrado que las variaciones en el CCD pueden influir en la activación neuromucular selectiva del glúteo medio y el tensor de la fascia lata.
La coxa valga de cadera favorece la luxación patológica a costa de la abertura del ángulo de inclinación, que disminuye el brazo de potencia y puede llegar a aumentar la carga hasta 7 veces el propio peso
Ángulo de torsión
La torsión femoral describe la rotación relativa (giro) entre la diáfisis y el cuello del hueso, siendo un aspecto crucial para la biomecánica y que influye en la alineación de la articulación.
Es comprendido normalmente desde una visión superior, de forma que se considera un ángulo de torsión normal aquel que se proyecta unos 15º por delante de un eje medial-lateral a través de los cóndilos femorales, lo que se conoce como “anteversión normal” (Figura 12-8, A), lo que, junto a un ángulo de inclinación normal proporciona una alineación y una congruencia articulares óptimas (visualizar los puntos rojos en la figura 12-8, A).
Cualquier torsión femoral que es marcadamente diferente de 15 grados se considera anormal. La torsión significativamente superior a 15 grados se denomina anteversión excesiva (v. fig. 12-8, B). Por el contrario, la torsión significativamente inferior a 15 grados (es decir, cercana a 0 grados) se denomina retroversión (véase la figura 12-8, C).
Al nacer, un bebé sano tiene unos 40 grados de anteversión femoral, pero con el crecimiento óseo continuo, el aumento de la carga de peso y la actividad muscular, este ángulo suele disminuir a unos 15 grados a los 16 años de edad.
La anteversión excesiva que persiste en la edad adulta incrementa las probabilidades de luxación de la cadera, incongruencia articular, aumento de la fuerza de contacto articular y mayor desgaste del cartílago articular. Todos ellos factores que pueden conducir a la osteoartritis secundaria de la cadera.
La anteversión excesiva en los niños se puede asociar con un patrón de marcha anormal llamado ““in-toeing” que está caracterizado por las punteras mirando hacia adentro, un mecanismo compensatorio utilizado para guiar la cabeza femoral excesivamente antevertida más directamente hacia el acetábulo de caminar con posturas exageradas de rotación interna de la cadera (Figura 12-9). En la imagen se observan dos situaciones que muestran al mismo individuo con anteversión excesiva del fémur proximal y cómo en la imagen “B” la cadera ha realizado una orientación en bloque hacia la rotación interna con el fin de mejorar la congruencia articular “fémur-acetábulo”.
Algunos autores han demostrado que la posición de rotación interna exagerada durante la marcha sirve para aumentar el brazo de palanca de los músculos abductores más importantes de la cadera, ya que ésta se reduce sustancialmente con la anteversión femoral excesiva. Independientemente de la razón de la posición de rotación interna, con el tiempo, los niños pueden desarrollar un acortamiento de los rotadores internos de cadera y varios ligamentos, lo que reduce el rango de movimiento de rotación externa. Otros estudios concluyen que no es extraño encontrar sujetos con anteversión femoral incrementada, que originaría una marcha rotadora interna. Esta situación podría ser compensarse con torsión tibial externa incrementada y así ejecutar una marcha con ángulos de progresión normales.
Los mecanismos de compensación de esta marcha rotadora interna se asocian a alineaciones del miembro inferior como la “triple deformidad de Judet (TDJ)” que es una alteración torsional compleja que afecta a todo el miembro inferior y que se relaciona con patologías de rodilla como tendinopatías del tendón rotuliano, Osgood schlatter, condromalacia de rótula o meniscitis, por citar algunas.
Orientación del acetábulo
En la posición anatómica, el acetábulo se extiende lateralmente desde la pelvis con una inclinación variable hacia abajo y adelante. Anomalías congénitas o de desarrollo pueden resultar en una forma anormal del acetábulo. Un acetábulo displásico, que no cubre adecuadamente la cabeza femoral, puede provocar luxación crónica y aumentar el estrés, dando lugar a la degeneración y osteoartritis. Para evaluar la cobertura acetabular y su efecto protector sobre la cabeza femoral, se utilizan dos medidas clave: el ángulo del borde central y el ángulo de anteversión acetabular.
Ángulo del borde-central
El ángulo centro-borde mide la orientación fija del acetábulo dentro del plano frontal, en relación con la pelvis, y tiene un promedio de alrededor de 35 grados en radiografías de adultos, pero varía considerablemente. Un ángulo significativamente menor disminuye la cobertura del acetábulo sobre la cabeza femoral, incrementando el riesgo de dislocación y reduciendo el área de contacto en la articulación. Un ángulo de borde central de solo 15 grados puede disminuir el área de contacto en un 35%, lo que, durante la fase de soporte de la marcha, teóricamente aumentaría la presión articular en aproximadamente un 50%. A lo largo de los años, esta condición podría desencadenar una osteoartritis prematura de la cadera, posiblemente iniciada por la degeneración del labrum acetabular.
Ángulo de anteversión acetabular
Ángulo de anteversión acetabular: El ángulo de anteversión acetabular mide la medida en que el acetábulo se proyecta anteriormente dentro del plano horizontal, en relación con la pelvis. Esta medida indica hasta qué punto el acetábulo cubre la parte frontal de la cabeza femoral. Observado desde arriba, el ángulo de anteversión acetabular es normalmente de unos 20 grados.
Una cadera que demuestra una anteversión acetabular excesiva está más expuesta anteriormente, y cando la anteversión es severa, la cadera es más propensa a la luxación anterior y a las lesiones asociadas del labrum anterior, especialmente en los extremos de la rotación externa. La probabilidad de estas patologías asociadas aumenta cuando se combina anteversión acetabular con anteversión femoral excesiva.
El ángulo del borde central se mide como la intersección de una línea de referencia fija vertical (punteada) con la línea de referencia acetabular (línea sólida en negrita) que conecta el borde lateral superior del acetábulo con el centro de la cabeza femoral. Una línea de referencia acetabular más vertical da como resultado un ángulo de borde central más pequeño, lo que proporciona una cobertura menos superior de la cabeza femoral.
La evaluación de estos ángulos es fundamental en el entendimiento de las condiciones de la cadera, su funcionamiento y las posibles implicaciones degenerativas. Además, destaca la importancia de considerar la anatomía acetabular en la planificación de intervenciones terapéuticas y de rehabilitación, especialmente en contextos de disfunciones articulares y patologías relacionadas.
Congruencia articular
El fenómeno de “rodamiento-deslizamiento” tiene lugar en este tipo de articulaciones (cóncavo-convexas). A medida que el fémur se desplaza, rodando en una dirección, se tiene que deslizar en sentido contrario para que esté siempre bien centrado y con la adecuada congruencia articular.
Para que podamos rotar internamente nuestra cadera, necesitamos que la cabeza femoral empuje hacia atrás (hacia atrás) dentro del acetábulo. Cuando la cadera se rota internamente, esta cabeza del fémur necesita espacio para deslizarse en la parte posterior de la articulación. Si no hay espacio, literalmente no se moverá. Se sentirá como si el atleta “estuviera golpeando una pared” al intentar mover la articulación.
Tanto el tejido miofascial (músculo-fascia), como la estructura articular en sí misma (cápsula y ligamentos) entre otros, pueden alterar esta artocinemática. Si este fenómeno no se produce correctamente, el rango articular, y la función muscular encargada de estabilizar, se verán afectadas, suponiendo en consecuencia, un excesivo estrés articular y degeneración.
Muchas personas tratan de movilizar su cadera hacia rotación interna una y otra vez sin conseguir una mejora, y esto sucede cuando el fémur no puede rotar. Esto puede ocurrir por un bloqueo en la cápsula posterior de la cadera, es decir, por una restricción capsular, donde la cápsula se encuentra atrapada. En resumen, para mejorar la rotación interna, un paso importante será liberar la cápsula.
Estabilidad vs. movilidad en la cadera
La relación entre estabilidad y movilidad en la articulación coxofemoral es crucial para comprender su función y su capacidad para adaptarse a diferentes demandas biomecánicas. Así lo indica Neumann (2016), “la cadera es un ejemplo de una articulación que requiere un equilibrio entre estabilidad y movilidad para cumplir con sus variadas funciones”
Se trata de un equilibrio delicado, que varía según las necesidades individuales y las actividades que realizan las personas. Por eso, comprender y mantener esta relación es esencial para promover la salud musculoesquelética y optimizar el rendimiento funcional.
Estabilidad articular de la cadera
El papel de los músculos antigravitatorios
Los músculos antigravitatorios tienen un papel crucial en nuestra postura y se engloban en esta categoría aquellos músculos que participan en la estabilización de las articulaciones y que se oponen a los efectos de la gravedad.
El glúteo mayor y los multífidos, son dos grupos musculares considerados antigravitatorios, que se ven condicionados negativamente cuando permanecemos mucho tiempo sentados, con flexión de cadera y con flexión lumbar, ya que los colocará en una posición más elongada y perderán su óptima relación longitud-tensión. En consecuencia, su desconexión alimentará la inestabilidad articular en la pelvis y las caderas.
Kapandji (2007) destaca cómo “los glúteos, que actúan sobre la cadera, son cruciales tanto para proporcionar estabilidad como para generar poderosos movimientos”
Inestabilidad de cadera
La inestabilidad de cadera se relaciona con la inestabilidad de las sacroilíacas. Cuando existe una inestabilidad lumbo-pélvica general, existirá también una excesiva rigidez articular que se reflejará en una disminución de la movilidad de la cadera. La cadera puede intentar compensar con un exceso de rigidez muscular la falta de estabilidad que le proporciona la art. sacroilíaca.
Una cadera inestable se visualiza muy bien durante el apoyo monopodal, ya que va tender a irse en aducción y rotación interna, llevando la rodilla a valgo.
Carga y distribución de fuerzas durante la marcha y actividades diarias
La biomecánica de la cadera y la distribución de fuerzas durante la marcha y actividades diarias están intrínsecamente vinculadas a la integridad musculoesquelética y la prevención de lesiones. Comprender cómo las fuerzas se distribuyen y se transmiten a través de la articulación coxofemoral es esencial para desarrollar estrategias de rehabilitación y programas de entrenamiento eficaces.
Según Silder et al. (2014), “durante la marcha, las fuerzas transmitidas a través de la cadera varían significativamente en relación con las diferentes fases del ciclo de marcha”. Durante la fase de apoyo, la carga aumenta gradualmente a medida que el peso del cuerpo se transfiere desde la extremidad inferior contralateral, alcanzando un pico en la fase media de esta. Esta distribución dinámica de las fuerzas es fundamental para proporcionar estabilidad y facilitar el movimiento fluido del miembro inferior.
Según Harrington et al. (2007), “los patrones de carga durante actividades cotidianas pueden variar en gran medida según la tarea y el individuo”. Durante la realización de tareas específicas, la cadera debe adaptarse para soportar diferentes cargas y direcciones de fuerza, lo que resalta su capacidad para ajustarse a demandas cambiantes.
Movilidad de cadera
La cadera es una articulación que necesita movilidad a la vez que mucha fuerza en múltiples planos. Sin embargo, la realidad es que en muchas personas las caderas están muy rígidas y tienen limitaciones en sus movimientos. Esto normalmente está asociado a molestias o dolor, especialmente cuando empiezan a realizar alguna actividad física, porque otras estructuras empiezan a compensar y a sobrecargarse, destacando la espalda o las rodillas.
La falta de movilidad en la cadera se traslada
Se dice que “pobres movilidades y pobres estabilidades pueden convivir como vecinos”. Esto tiene que ver con el concepto Joint by joint. Por ejemplo, la falta de movilidad o limitación en el movimiento de flexión de cadera va a provocar una compensación en forma de flexión sobre la columna lumbar hasta el punto de invertir su curvatura. O un débil core puede producir rigidez en columna dorsal o en las propias caderas. Como señalan Nokin y Levangie (2011), “una disminución en la movilidad de la cadera puede llevar a una mayor demanda de movilidad en otras articulaciones, lo que puede aumentar el riesgo de lesiones secundarias”.
La cadera puede estar inmóvil e inestable al mismo tiempo y afectar a otras estructuras. Como señala Boyle (2017), la debilidad en la cadera, bien en la flexión o bien en la extensión, provoca una acción compensatoria en la columna lumbar, mientras que la debilidad en la abducción y rotación externa (o los problemas para la aducción y la rot. interna) provocan tensión en la rodilla o en el pie modificando la forma del apoyo. Si quieres saber más sobre estas estructuras articulares y ampliar la información te dejo dos enlaces de su anatomía y biomecánica.
- La rodilla: Anatomía y biomecánicaLa rodilla: Anatomía y biomecánica
- El pie: Anatomía y biomecánicaEl pie: Anatomía y biomecánica
Conclusiones
En conclusión, el conocimiento profundo de la anatomía y biomecánica de la articulación coxofemoral es fundamental para comprender el funcionamiento integral del cuerpo humano y para abordar diversas condiciones musculoesqueléticas de manera efectiva.
Sintetizar los aspectos clave de esta articulación nos brinda una visión holística de cómo su biomecánica desempeña un papel fundamental en nuestra capacidad para realizar actividades diarias y deportivas con eficiencia y seguridad. Desde la distribución de fuerzas durante la marcha hasta la estabilidad en diferentes posiciones, cada detalle anatómico y mecánico contribuye al engranaje perfecto que permite el movimiento humano.
Su compresión, además, es crucial para prevenir lesiones, abordar patologías de la propia cadera y/o asociadas, y profundizar en el entrenamiento y el ejercicio físico. Optimizar la salud de la articulación coxofemoral promueve una base sólida para el bienestar general y el rendimiento en las tareas cotidianas y en el deporte.
En última instancia, la anatomía y biomecánica de la cadera nos recuerdan que somos seres intrincadamente conectados, donde cada movimiento es un resultado de la colaboración perfecta entre estructuras anatómicas y principios biomecánicos. Este conocimiento nos capacita para abrazar la complejidad de nuestro cuerpo y aplicar estrategias informadas para mejorar la calidad de vida y alcanzar nuestro máximo potencial.
Referencias
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Educador Físico Deportivo. Graduado en Ciencias de la Actividad Física y del Deporte. Colegiado nº 64.218. Máster en Prevención y Readaptación de Lesiones Deportivas en el Fútbol por la UCLM y la RFEF. Máster en Cineantropomería y Nutrición Deportiva por la UV. Técnico Superior en Dietética y Técnico Superior de Fútbol (UEFA Pro). Apasionado del fitness y como deporte futbolero. Tengo la suerte de ayudar a personas a mejorar su salud a través del ejercicio.
Uno de los principales pilares del PRI, es que el acetábulo también se mueve encima del fémur. Es un sistema bidireccional. Ambos huesos se mueven uno sobre el otro todo el tiempo.